Hay una especie de lectores que tienen por costumbre entrar en las librerías y dejarse llevar por los pasillos y estanterias con un objetivo poco común: encontrar un libro que satisfaga sus necesidades mentales y emotivas del momento o de las acumuladas por cultura, educación y libre albedrío. La cuestión es encontrar un libro, comprarlo, y salir de la libreria con la sonrisa e ilusión del buscador de tesoros para quién un libro no es más que la antesala a la mayor de las aventuras porqué sabe que después de vivir una aventura siempre se espera vivir otra mejor. Se pueden identificar porqué nunca preguntan por un libro, simplemente buscan un libro. Son silenciosos. No les importa permanecer dos horas girando el cuello a uno u otro lado en función del sentido en que se inscribe el título y autor en el lomo. Para los libreros es una especie a proteger porqué alguien paseando por la libreria siempre es un polo de atracción para más clientes. ¿Quién entra en una tienda en la que no hay nadie? A veces a un coste menor como que el cliente no siempre encuentra el libro y sale sin comprar nada, aunque también se sabe que en otra ocasión puede llevar el cesto lleno. También se sabe que es un ferviente defensor de la libreria de papel y nunca encontrará satisfacción en una libreria digital. Existe un ritual de lector que siente la atracción de un autor, un título, un contenido que le está esperando sin que uno u otro, lector y libro, lo sepan de inicio. Hay quién lo considera un juego en el que no se va a perder mucho dinero y que guarda mucho con la adicción, la creación de expectativas hacia un tema que le salta a la vista y que activa la célula de lector que se mueve por las entrañas hasta crear la necesidad de volver a él, tomarlo en las manos, leer la contra y saber que es un candidato a la lectura o a la posesión, porqué en ocasiones no siempre hay tiempo para leer todo lo que se compra, pero saber que se tiene, también forma parte del itinerario lector. Huye de los best-sellers o al menos hasta que dejan de serlo. No se entretiene en la sección de novedades sinó más bien va directamente al fondo editorial, porqué es en el fondo donde se inicia la búsqueda, que es el lugar donde se encuentran los tesoros que los libreros esconden. Y sobre todo justifica la existencia del autor, porque ese libro encontrado será tratado con el máximo cariño y, en el caso de ser leído, tendrá un reconocimiento hacia quién lo escribió, y en el caso de satisfacer, tendrá posibilidades de ser escogido en una nueva aventura en la libreria, aunque deberá competir con cientos de desconocidos que a pesar de todo tendrán su oportunidad.
Y finalmente, saluda al entrar y se despide al salir.