Los abuelos provocaron
una guerra para quitar la soberanía al pueblo (en su amparo, llanamente).
Como resultado, los
padres apoyaron la represión y la dictadura y se aprovecharon de la inmunidad
de la oligarquía que pregonó el poder sin el pueblo (para el pueblo, campechanamente).
Los hijos impusieron el
indulto para los opresores (sólo cumplían ordenes) bajo el amparo de la transición
(o atente a las consecuencias) y se subieron al carro de la democracia (sin
votar la constitución) con rey impuesto por el dictador (un detalle de
soberanía popular) para no olvidar el imperio (del pueblo, naturalmente).
Los nietos, ahora, muy
demócratas y constitucionalistas por herencia familiar, quieren impedir que un
pueblo decida en las urnas su futuro para que la libertad siga siendo el privilegio
de uno, grande y libre (por el bien del pueblo, sin duda).
¿Dónde estarán los
abuelos, padres, hijos y nietos que se opusieron a los anteriores para proteger
la libertad de los pueblos, la justicia de las urnas y defender el derecho a
decidir? Los abuelos, muertos; los padres, temerosos y jubilados; los hijos, colocados o
desamparados; los nietos, ¿sin valores? ¿Vencidos por herencia familiar?