3.6.10

El anuncio estrella del verano

Un verano más se renuevan hits de marca para la campaña estival al ritmo de las nuevas, aunque sean viejas, estrategias que indican que la mezcla de música pegadiza  e imagen aventurera llega con un fuerte impacto a la mente de los indefensos consumidores que comprueban lo fácil que es que sentado en el sofá sus piernas se muevan y su corazón palpite evocando una emoción que entra de lleno en el mundo de los sueños de vigilia, aquellos que actúan con nostalgia del pasado en algunos casos o con expectativas de futuro en otros, aunque el inteligente espectador es consciente que seguirá pegado a su presente sin cambios excesivos en su aventura diaria.

Quizá probará  beber su cerveza  directamente de la botella al uso más informal, aunque pronto comprobará que el ritmo de vaso de espuma es más atractivo para la sala de estar y que coger la botella con la mano calienta rápidamente el contenido.

Dicha rutina en treinta  segundos se activará en cada pase y por ser una experiencia sin duda agradable se mantendrá durante un cierto tiempo, el que revierta en la sensación de envidia por no poder recorrer esos bellos lugares mediterráneos a bordo de un velero y con amigos y amigas amantes de la diversión y la cultura.
Estrella Damm  con su spot Mediterráneamente relata el puente de San Juan que disfrutan cuatro jóvenes por la fiesta tradicional catalana con sus hogueras y juegos artificiales para seguir en velero de fácil manejo hacia la isla de Menorca y saltar por sus calles al ritmo de su popular fiesta y recorrer sus calas de aguas vírgenes para culminar en ese otro rincón paradisiaco de la Costa Brava que es Cadaqués. Todo a ritmo de la canción Applejack del grupo australiano The Triangles y de la buena compañía de la cerveza Estrella Damm  que propicia un final feliz con beso incluido.

Reconozco que en mi caso el anuncio me ha impactado de una forma extraordinaria. En edad de esos personajes yo también recorrí esa aventura estival i mediterránea, si bien con unos ligeros matices. Nuestro viaje a Menorca duraba unas diez horas nocturnas en un lento barco de pasaje y nos tocaba la brisa porque el billete de cubierta era el más barato. Al amanecer desembarcábamos y aún nos quedaba un trayecto aventurero en viejos autobuses de línea que cruzaban la isla hasta llegar a nuestro destino en Ciutadella. Saltábamos delante de los caballos bajo el dominio de sus jinetes en la asombrosa Ciutadella y bebíamos de todo lo que nuestro bolsillo nos permitía, también cerveza, sin olvidar la pomada, la típica bebida de limón y ginebra a la que los nativos nos invitaban a menudo. Por la noche contemplábamos las estrellas durante toda la noche ya que hacíamos vivac en el campo de fútbol local, duro y con madrugadoras hormigas al amanecer.
Más tramos de bus y caminar por senderos siempre con la mochila a cuestas hasta llegar a las bellas calas menorquinas de tanga o desnudo en las más inaccesibles para sumergirnos con aires de libertad aunque con futuro incierto.

Cadaqués también formaba parte del itinerario, aunque por medios y transporte no podía ser en fechas próximas como nos lo hubiera permitido un veloz y pequeño velero. Allí solíamos llegar también en bus o en épocas mejores en un destartalado dos caballos para disfrutar de otra icona del paisaje y la cultura propia.
Para resumir el itinerario en una pieza de música con imágenes elegiríamos Viatge a Itaca de Lluis Llach, una de las habituales en aquella época y que representaría mejor que nunca ese trozo de vida y juventud, aunque no sería un anuncio por su larga duración.

Puede que los creativos de la idea vivieran esa larga experiencia en su juventud y que la única manera de concentrarla en unos pocos segundos era con el recurso del velero, aunque, antes y ahora,  sólo unos pocos privilegiados pueden darse esa selecta satisfacción. Identificarnos con la mejor realidad o el sueño de otros también nos puede hacer felices. También es un mensaje subliminal a sus descendientes para que se dejen de monsergas y que está muy bien compartir las cosas sencillas con la gente que se quiere, pero la aventura  puede ser mejor en condiciones más confortables y vestuario variado.

Y por decir algo más, estaría bien que cuando se trata de endulzar marcas con retratos de nuestras costumbres y paisajes, no estaría de más utilizar también nuestra música para dar mayor unidad al relato sin necesidad de recurrir a los músicos de una isla mayor como es Australia. Aunque quizá es un anticipo del sueño de aventura del verano del próximo año para enviar allí a toda la gente que en esta temporada habrá saturado Menorca y Cadaqués de jóvenes soñadores con el anuncio Estrella Damm. Seguirán el mensaje turístico del eslogan narrado en off sobre los tesoros del paisaje mediterráneo, A veces lo que buscas está tan cerca que cuesta verlo, mientras dos de los jóvenes descubren su amor. Que cada cual elija su sentido y felicidades para el que pueda mezclar ambos y además lo haga en velero.