La buena costumbre de invertir un cierto tiempo en pasear por las librerías de libros, nuevos o antiguos, permite de vez en cuando encontrar obras inclasificables pero de gran interés y el mérito debe atribuirse en un principio al escritor pero también al editor que con ello contribuye a engrandecer su labor a pesar de disminuir sus ingresos por la edición de libros de dudoso valor para el gran público. Y también agradecer a los libreros que, aunque con pocos ejemplares, ocupa un lugar de la estantería que bien podría reservar a un libro mediático y de mayor porcentaje en la ganancia.
En esta ocasión la joya es "La biblioteca de los libros perdidos" del autor alemán Alexander Pechmann y que inicia su relato apoyado en la frase de José Luis Borges "Basta que un libro sea posible para que exista".
El concepto del relato es la de dar explicaciones en el porqué hay libros perdidos, indagando en la imaginativa suposición de aquellos libros de los grandes escritores que nunca vieron la luz seguramente porque nunca fueron escritos pero dando muestras por carácter y contexto que bien pudieron ser. Así nos sumerge en la relación de títulos y argumentos perdidos de autores como Hemingway, Mary Shelley, Melville o Kafka entre muchos otros.
La propuesta laberíntica que toma a un bibliógrafo como narrador de las vicisitudes de su biblioteca de los libros perdidos, también reflexiona sobre esos otros libros que a pesar de ser publicados han sucumbido físicamente al tiempo o a su olvido, así como aquellos que permanecieron perdidos en los cajones del escritor y sólo fueron descubiertos con su muerte, o, paradójicamente, autores que nunca vieron publicada su obra y, algunos, ni después de fallecer. Un sinfín de matices sobre los libros perdidos.
Por no decir la de aquellos manuscritos de lenguas indescifrables o ilegibles que están allí para ser descifrados y descubierto su significado, como el manuscrito descubierto por Wilfried Voynich y nunca descifrado que permanece en la Rare Book and Manuscrit Library en la Universidad de Yale. El códice Voynich es precisamente el inspirador de la novela "El origen" de Michael Cordy, que narra su desencriptación y la aventura para confirmar su realidad que no es otra que el hallazgo del árbol de la vida.
Y para los que aun no se deciden a correr en busca de "la biblioteca de los libros perdidos" para que alimente su imaginación y fantasía cultural, una breve cita aparecida en un dietario perdido que recoge frases como: "Anoche tuve el sueño más hermoso de mi vida, soñé que tenia a lady Castlemaine entre mis brazos y podía hacer con ella todo cuanto me apeteciera. Qué suerte sería que pudiéramos tener sueños semejantes en nuestras tumbas...ya no necesitaríamos temerle a la muerte"
Un libro que puede no formar parte de los libros perdidos, una suerte para el inquieto lector y material imprescindible para el escritor, esté o no perdido en su imaginación, en su éxito o en su fracaso, en su lenta o rápida caída a los infiernos en los que espera encontrar a los lectores que no le han leído, a los editores que no le han publicado y a los amigos y familiares que nunca creyeron en él, aunque tiene la esperanza de no encontrarse a sí mismo.
La biblioteca de los libros perdidos.
Alexander Pechmann.
Edhasa, Barcelona 2011.