Aunque se considera un
tópico, no hay más verdad que la realidad supera a la ficción, aunque se olvide
intencionadamente que la realidad no tiene espectadores y la ficción se basa en
el público.
En algunos espectáculos
se da la circunstancia de una realidad con espectadores y si bien no existe un
guión escrito, sí que se desarrollan conflictos que ni el más imaginativo de
los escritores podría justificar sin perder la categoría. Pero en la realidad
son conflictos de primera división.
Afortunadamente el
contexto deportivo en el que se desarrollan permite frivolizar hasta el extremo
de no desear en la vida personal tantas fuentes de contradicción.
Antecedentes.
Dos rivales deportivos de
máximo antagonismo, se disputan los favores del mundo del fútbol: Barça y
Madrid. No sólo se disputan las mismas competiciones, también la filosofía de
creación y las lecturas políticas de su esencia. En la competición local sus
presupuestos no tienen rival y a las estadísticas nos remitimos.
La rivalidad viene de
lejos y hasta donde llega la memoria el Madrid era el triunfador en épocas
franquistas lo que se interpretaba como que era así porqué era el equipo del régimen.
En oposición, por antagonismo deportivo y por su faceta catalanista, el Barça
aglutinó en ese mismo periodo un gran número de fracasos por méritos propios y
ajenos y para reinventarse se creó el eslogan de “Més que un club” con el que
sobrevivió con lecturas más políticas que deportivas en esos oscuros años de
dictadura.
Cuando murió la dictadura
y los años de democracia fueron asentando las interpretaciones más allá del
balón, el Barça aprendió que el poder era central y que nunca conseguiría éxitos
presionando en los centros de poder y decidió inculcar una filosofía de juego en
el que sólo podía ganar sobre el terreno de juego, porque lejos de él no tenía
ninguna opción. Para ello debía ser muy superior con el balón y noquear al
rival antes que éste recibiera ayudas ajenas. Después de algunos periodos de
experimentación se llegó a la excelencia con la posesión escandalosa de balón,
con la rapidez de juego, con la creatividad de sus líderes, jugadores de la
cantera y el respeto al contrincante.
El Madrid siguió en la
línea opuesta pero siempre competitiva y estadísticamente también efectiva.
Pero en los principios del siglo XXI la diferencia se volvió escandalosa; el
Barça, no sólo ganaba sino que lo hacía con virtuosismo y creatividad, siendo
aplaudido y admirado en todo el mundo.
El Madrid intentaba
replicar utilizando todo el dinero de la especulación consentida para fichar a
los mejores jugadores, y para no perder su estilo, utilizar con estridencia y
fanatismo a los medios de comunicación afines para inventar campañas a la
contra sin un ápice de periodismo y la sal gruesa de la manipulación.
El Barça seguía
recibiendo elogios por su fútbol de control, con increíbles porcentajes de
posesión de balón, por el riesgo en la defensa, por la salida del balón desde
la portería propia y por una tremenda efectividad en el gol y en su combinación
de equipo para conseguirlo. Para colmo, de la cantera aparece el mejor jugador
del mundo sin comparación pasada y presente a pesar de los reiterados intentos
de desacreditar su talento frente a otros talentos terrenales pero ninguno
celestial como él, por su excelencia en todos los registros y máximo dominador
en la faceta de gol, rompiendo todas las estadísticas.
Para restar protagonismo
al Barça, el Madrid ficha al supuesto segundo mejor jugador y para demostrarlo
se le ficha pagando lo que nunca se ha pagado por un jugador, al menos en eso
sí que es el primero. También se ficha a un entrenador cuya filosofía es ganar
a cualquier precio y favorable a la histórica política madridista de que gran
parte de los partidos se ganan fuera de los terrenos deportivos; presionando a
los árbitros, menospreciando al rival, tensionando a los propios jugadores,
centrando en su figura las críticas principales para aligerar de la carga a su
equipo, violentando a las aficiones y entrenadores rivales. Nunca HABLANDO DE
FÚTBOL para tener mejores opciones de ganar sobre el terreno de juego. Aunque
su filosofía es efectiva, agrediendo a entrenadores contrarios, esperando a los
árbitros en el parking, filtrando supuestos dopajes, protestarlo todo,
violentar a sus jugadores respecto al jugador rival, no consigue desbancar al
Barça que sigue dominando a pesar de tener alguna muestra de cansancio pero con
un palmarés excepcional. 14 títulos de 18 jugados en cuatro años es un registro
desorbitante en el fútbol profesional. En el haber del entrenador competitivo, Mourinho, está el haber vaciado al entrenador del Barça, Guardiola, que decide tomarse un tiempo
sabático.
Por si el conflicto no
fuera suficiente en la competición doméstica, entra en juego la selección
española que representada mayoritariamente por jugadores del Barça y en menor
medida por jugadores del Madrid, sus entrenadores deciden con criterio
inteligente aplicar en lo que puedan el estilo Barça y dejar en el pasado
furias descontroladas. Ese toque característico que lo hace inconfundible es
bautizado como tiki-taka como una metáfora de burla hacia un estilo aburrido
porque no deja jugar al otro equipo. Y en contraposición impregnan en el Madrid
el juego de contraataque y una gran efectividad en el gol.
Sorprendentemente los
forofos del madridismo tienen una conversión patriótica cuando con ese estilo
la selección española gana una Eurocopa y un Mundial. Y el tiki-taka pasa a
maravillar al mundo y es el buque
insignia de la campeona del Mundo. No importa su contradicción, porque
sobresalientes en la manipulación introducen la idea que ese estilo de toque se
inició en la selección y el Barça pasó a copiarlo. Un podio para la manipulación
pero triste medida de la inteligencia que si se queda sólo en el terreno
deportivo es un mal menor, aunque ya hay demasiadas evidencias de que la
miseria trasciende a la política.
En otra medida, el máximo
jugador madridista, Cristiano Ronaldo, bueno, creído y ambicioso, portugués por
más señas, como su entrenador, tiene una guerra particular con las portadas. Las
quiere para él y no puede soportar que se las dediquen a Messi, el mejor
jugador del mundo. Las aficiones contrarias a Ronaldo le recuerdan a Messi con
gritos de provocación.
Así se llega al partido
de semifinales de la Eurocopa de 2012 en el que se enfrentan las selecciones de
España y Portugal. Ronaldo frente a sus compañeros del Madrid y frente a sus
oponentes del Barça. El juego de España, liderado por los jugadores del Barça, fiel
a su tiki-taka, frente al juego de Portugal, fiel a un estilo Madrid de contraataque
y la pegada de Cristiano. Una lectura Barça-Madrid en un España-Portugal.
Las contradicciones se
entrecruzan sin vergüenza y razón.
Los independentistas
catalanes ni les va ni les viene.
Los aficionados del Barça
con ideas independentistas nunca se alegran cuando gana España, más allá de la indiferencia.
Ahora desean que gane España para que no gane Cristiano y pueda hacerle sombra
mediática a Messi, que no puede defenderse porque no juega la competición al
ser argentino. Que gane España es un triunfo para el juego del Barça en
oposición al juego del Madrid.
Los españoles separadores
siempre quieren que gane España.
Los españoles excluyentes
y toreros siempre quieren que gane España aunque lamentan que algunos jugadores
sean catalanes y vascos, aunque no tanto si los jugadores del Barça no son
catalanes, que nos llevaría a una interpretación racista.
Los madridistas quieren
que gane España pero que los méritos sean para los jugadores del Madrid y no
tener nada que agradecerles a los del Barça. Pero si gana Portugal será un mal
menor porque así Cristiano puede tener la oportunidad de superar a Messi en los
foros madridistas que desean que sea el mejor jugador del mundo, aunque sea
mentira. Y que si marca Cristiano, sea por fallo de un jugador del Barça y que
no queden en evidencia los jugadores del Madrid.
También hay madridistas
que idolatrados por la fuerza portuguesa del Madrid, jugadores y entrenador,
prefieren que gane Portugal para no tener que agradecer nada al Barça y
aplaudir al clan portugués que sigue mandando en el Madrid y es el principal
valedor de la esperanza de acabar con el ciclo barcelonista.
Y que Pepe, el jugador
portugués del Madrid, si rompe la pierna a algún jugador español, que éste sea
del Barça.
Y no decimos nada sobre
las opiniones que defienden que deporte y política no deben mezclarse, pero son
los primeros en defender una bandera en la grada, un himno en los altavoces y
una cara pintada de colores patrios. Y la alteración de la agenda política para
hacer acto de presencia en los palcos VIP y saltar de alegría frente a los
goles patrimoniales.
Bienvenidas las
contradicciones si llegan sin armas en la mano.